sábado, 17 de julio de 2010

Hablando de Reciclaje


Seno, Ana Regina; Falando de Reciclagem; trad. Rodrigo Scheuer Brum; rev. Rene Peña; Artículo; Recéxis; Revista; Mensual; N.3; Año 4; São Paulo, Brasil; Marzo, 2000; páginas 10 y 11.


En un proceso más innovador que el de Proust, podemos buscar nuestro “tiempo perdido”, dentro de nosotros mismos, a través del ejercicio diario del fraternismo y del autoconocimiento.

Hace algunos años, jamás pensaría en eso. Hoy veo nuestra participación y ayuda como fundamental en el proceso de desarrollo de la conciencia de todos nosotros.

En contacto con las individualidades, en esta megalópolis llamada San Pablo (Brasil), nos proporciona una oportunidad infinita de corregir y ampliar procesos mal vividos y pendientes del pasado. Somos miles y nos cruzamos a todo instante, con el deseo nítido de obtener reconocimiento, cariño y conocimiento. La mayoría no tiene claro, para sí misma, esas condiciones. Sin embargo traducen eso, por intermedio de la forma como obtienen placer en sus múltiples facetas. Transformar esa idea de placer en algo mayor y útil a la conciencia es nuestra tares (tarea del esclarecimiento).

Los recursos disponibles en nosotros, simplemente, son nuestras experiencias personales y nuestro autodesarrollo. Hablar sobre nuestras conquistas personales ayuda a los demás a vivenciar mejor y con más claridad sus propias angustias y desafíos. Todos pasamos por procesos evolutivos, aunque tengamos personalidades, características e históricos personales diferentes. Intercambiar esas informaciones ayuda en nuestro autoconocimiento y en la autoconscientización de nuestra finalidad aquí, en este planeta y, consecuentemente, en la realización de nuestra programación existencial (proexis).

¿Cómo desarrollar este autoconocimiento? El primer recuerdo que viene a la mente es el desposeer nuestras vanidades personales. Si logramos alejar orgullo y vanidad, enaltecedores de nuestra autoimagen, falsamente colorida y bien conceptuada de nosotros mismos, estaremos a medio camino del entendimiento de nuestra esencia y del nuestro “yo” interior.

¿Para qué sirve eso? Estamos humanos aquí, en este planeta, y utilizamos este soma, con características biológicas específicas. Conocer todas esas características es fundamental, cuidar de este soma es más fundamental aún, ya que es nuestra herramienta de trabajo en las tareas a ser realizadas.

El segundo paso para investir en el conocimiento es procurar desarrollar nuestra inteligencia, observación y discernimiento. Aprender leyendo, escribiendo, escuchando, practicando y observando es lo básico para cada conciencia. Desde el menor y el más banal de los acontecimientos cotidianos, podemos extraer mucha información y explicación para otros tantos eventos de nuestras vidas. Nada ocurre al azar. La vida en el universo posee un mega-engranaje propio, del cual participamos; cada decisión tomada, utilizando nuestro libre albedrío, provoca una reacción en cadena y todo se interconecta en una macro-reorganización de las posibilidades existentes y elegidas.

Por último, el tercer paso es nuestro compromiso en vivir la multidimensionalidad. A través de técnicas proyectivas y del estudio de la fenomenología aprendemos a expandir nuestro conocimiento más allá de la vida intrafísica y, así, buscar una mayor comprensión y el uso del potencial energético que disponemos. Sólo la práctica conduce a un real dominio de las energías. Saber cómo direccionarla a algo útil y productivo nos lleva a un nivel evolutivo mayor y más consciente.

La consciencia y la claridad de este proceso nos hacen aumentar la confianza y agudeza para vivenciar cada acto y cada contacto con otro ser humano. Todo pasa a tener una razón de ser diferente y un peso decisivo en las opciones a ser tomadas. Pasamos invertir los valores y principios que rigen nuestras vidas. Valoramos otros aspectos, antes ignorados, como si no fueran importantes. Es decir, todo pasa a tener una connotación distinta y ese proceso de identificar la nueva compresión de que ya nos era familiar y conocido, se convierte en la clave del suceso para una evolución más consciente y eficaz.

¿Cuántos no se preguntan:, "¿por qué tuve que nacer?", "porque nací en esta familia?" O aún, exclaman: “¡creo que nací en época errada!”. Son pensamientos y sensaciones no conscientes, señal de resquicios del pasado. Nuestro inconsciente está alertándonos o dejando venir a tono los puntos a ser trabajados, para que con eso poner en acción el reajuste, la resolución de las pendencias de nuestras vidas anteriores.

¿Cuál es la importancia de eso – en la práctica – para nuestras vidas? Parto del principio de no haber venido a la tierra hacer turismo simplemente. Todo tiene una finalidad y razón de ser. Esta es la lógica del universo, cuyo entendimiento total mal empezamos a alcanzar. Conocerse a sí mismo es un proceso de doble mano, ya que si nos conocemos mejor, conoceremos mejor el otro. Somos de la misma especie y constituidos de la misma esencia.

La energía es la misma. La diferencia está en la manera por la cual cada conciencia moviliza sus energías, y la calidad depositada en la información.

En realidad, importarse con el otro significa importarse con uno mismo. Sin embargo, al revés de quedar inmersos en el ego, recorramos a la comprensión del otro, a fin de que, de modo paradojal, obtener autoayuda, con resultados bien mayores. Ejercer constante dialéctica, entre el exterior y el interior de nosotros mismos favorece el rápido entendimiento de quienes somos y cual es nuestro proyecto de vida. El alcance y la profundidad de este mensaje, no dependen de las palabras repasadas, sin embargo, de la evaluación de cada conciencia, bajo el impulso de la voluntad.

Ejercer la voluntad inquebrantable es fundamental, en nuestra existencia.

¿Cómo anda su voluntad? ¿Está fuerte, débil, sana o fragmentada por el repetitivo cotidiano? Reservo ahora, a usted lector, un momento para reflexión, con la esperanza de ver estas palabras se convirtieren en acción duradera, a lo largo de su persistente proceso de autoconocimiento ante la evolución.

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